Dado el incremento de animales domésticos en inmuebles comunitarios es lógico que se registre también un aumento de discrepancias entre propietarios, siendo la principal queja por los ladridos de los perros. El ruido. Sin duda, la causa más habitual de conflictos en las comunidades, ya sea por actividades humanas o perrunas. Y en este punto se aplica la misma norma para personas y animales, lo que establece la Ley de Propiedad Horizontal, que en el punto 2 del artículo 7 dicta: “Al propietario y al ocupante del piso o local no les está permitido desarrollar en él o en el resto del inmueble actividades prohibidas en los Estatutos, que resulten dañosas para la finca o que contravengan las disposiciones generales sobre actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas”. Y sí, el ruido puede llegar a ser realmente molesto.
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